viernes, marzo 31, 2006

TRES PRESIDENTES… y tres WOKKAS, tres agaves de cactactacea y una teoría fatal...


La verdad es que el viaje a Cancún no ha tenido demasiados eventos que relatar, hasta ayer.

Yo tenía contraída una deuda con mi bióloga particular, de quien me encontraría profundamente enamorado de no ser por que tendría el turno seis mil ochocientos cuarenta y dos (y según me cuenta va por ahí del siete, aunque puede atender de a dos y de a tres en un mismo fin de semana…), así que me dispuse a saldarla. Mis anfitriones amablemente me acompañaron a comprar los ingredientes, después claro de pasear en busca de un veterinario por medio Cancún con un costalito de garrapatas que había sido atropellada no por uno sino por dos coches, de quien me informan que después de su baño y medicinas progresa admirablemente en el hospital “Perropolis”, se llama “Luchita” y busca casa, promete ser una amorosa y agradecida Sharpei, por favor si saben de alguien en Cancún o sus alrededores que quiera ser adoptado como cuidadoso dueño avísenme.

Los problemas logísticos empezaron cuando de los seis que íbamos a cenar y para los que alcanzaba bastamente una paellera pequeña el número se convirtió en 12. Afortunadamente bajo la tutela de mi bióloga encontramos una Europea, paellera para 16 y milagrosamente una botella de WOKKA, dos de vino y a correr hacia la zona Hotelera. Globalicríticos, globalifóbicos o globaliestúpidos, usted decida, pero el tráfico y al Estado Mayor no lo pudimos evitar. Resulta que Bush, Harper y Fox decidieron instalarse en Cancún en la misma semana que yo, que ocurrencias ¿no?. Ahora uno tiene que ir a nadar bajo la supervisión de un marino inamovible de la playa, por cierto ¿quien sería el brillante cerebrito que decidió que nuestros estoicos acua-soldados debían vestir de negro calado para montar guardia frente a las aguas del caribe bajo un sol inclemente?, ayer sorprendí a un cabo local sudando la gota gorda y mirando a un “marine” gringo que se contoneaba en su uniforme de camouflage color arena, con su “camel back” fresquito fresquito y que saludaba como miss Toluca a las turistas, por un momento pensé que teníamos un conflicto militar en potencia, clarito pude leer los bélicos pensamientos del mayita que iban desde hundir a su colega en las turquesas aguas hasta seducirlo con tal de cambiarle el uniforme.

Retomando, (no ya no por favor), la historia (ahhh…), imaginen el cuadro:

Guapísima bióloga local, extraño “cross-over” de local y turista pasando un reten del Estado Mayor y AFI, ella con un cartel sobre arrecifes , el con varias botellas, una de ellas de aspecto por demás extraño, y una paellera, extrañas miradas por parte de los responsable de la seguridad tri-presidencial, “jefe… ¿las cazuelas planas pueden pasar?” preguntaba uno por radio…”¿que tan grandes?... ¿para donde son?... ¿traen permiso?”… les soy honesto nunca se me hubiera ocurrido tramitar con la SEDENA una potación de paellera, pero a partir de ahora va a ser como mi American Express. Breve discusión, invitación a cenar y demostración práctica sobre la incapacidad de volar del instrumento de cocina… “mire mi queridísimo e infradotado quepo (soy demasiado estudiado como para decir cabo…)… no puedo asesinar a nadie a larga distancia con esta chunche, la paella pudiera resultar tóxica, pero tendría que comerla para saberlo…”, rápida declinación de la invitación, permiso de pasar y camino hacia el acuario. Estupefacta señorita de la taquilla… “dos boletos de adulto y uno para paellera”… “no joven… usted no puede pasar con eso… los pecesitos se ponen nerviosos….”, “bueno pues la dejo en el guardarropa”, “pues fijese que tampoco se va a pode por que cerramos a las seis y ya son las siete”, “ ¿y entonces por que me dijo de la paellera?”, “por que la neta está usted re-vaciado caminando con esa ollota de carnitas chata”.

El asador demasiado pequeño, el carbón difícil de prender, las jaibas demasiado congeladas, la paellera demasiado grande, (hoy va ser usada de alberquita para niños)…los invitados e anfitriones tarde, una despensa desprovista y artefactos de cocina pocos y raros; pero finalmente y tras una serie de tretas logramos preparar una paella que si no estaba para un listón azul, si mereció un decente 8.3 de los críticos…(mas el voto secreto de la bióloga por supuesto), y un plato extra por parte de todos los invitados. Para las once de la noche todavía no había cena y ya habíamos dado cuenta del WOKKA y vino tinto. A. sacó entonces una misteriosísima bebida a base de un destilado de cactacea sonorense cuyo nombre no me atrevo a escribir por temor a invocar los más infames castigos celestiales…tres caballitos y queda uno “listo de papeles”… La Maja de Cadiz, quien tiene los ojos mas pícaros que he visto fuera del espejo, el amigo Anglo-Sajon (literal), los Güichos, los PRIistas abyectos, el Charile quien se presenta como una nueva confirmación de que el mundo es un pañuelo y promete ser un gran integrante del club NOSOTROS AC, y un servidor dimos cuenta de tan peligrosa bebida. Gestos, gritos y mentadas, pero de que se acabó la botella se acabó.

Música, mas alcohol, sonidos de mar y confesiones, fabulosa y terrible teoría… “la virginidad es como las uñas”… silencio de muerte, urgentes y soñadores devaneos en busca de solución a tan cruel profecía, todo quedó como en el laboratorio de Química Orgánica, pura teoría y nada de práctica. La velada acabó con evocaciones competitivas entre los “changirongos” y el “augaloca”, el ácido sulfúrico me dio la victoria nuevamente.

Cuatro de la mañana, nueva incursión al centro de la ciudad, regreso, retén, zona hotelera desierta, tres gringas perdiendo la compostura enfrente del “Frogs”, límite de 40, Enanitos Verdes, Hombres G, recuerdos, evocaciones y tu imagen que me acompaña hasta que los sueños me hacen olvidar la cobardía.

1 comentario:

aKyT@ dijo...

jajajajaja, que buena noche eh!! lastima que mi voz al día siguiente no pudiera ocultar en absoluto el duelo que compartimos te he dicho alguna vez que me encanta como escribes